Es una triste realidad ver cómo algunas personas eligen abrazar la ignorancia en un mundo lleno de oportunidades para aprender y crecer. Vivimos en una era de acceso inmediato a información y conocimiento, y aún así, algunos optan por mantenerse en la oscuridad.
Lo que es aún más lamentable es cómo constantemente vemos a las personas criticar y juzgar las vidas de los demás, como si tuvieran la autoridad para hacerlo. Parece que no pueden resistirse a la tentación de señalar con el dedo y condenar las elecciones y decisiones de aquellos que les rodean.
Pero, ¿qué hay de sus propias vidas? ¿Han invertido el mismo tiempo y energía en reflexionar sobre sus propias acciones y elecciones? A menudo, la respuesta es no.
En lugar de gastar energía en juzgar y criticar, deberíamos enfocarnos en la autorreflexión y el crecimiento personal. Todos cometemos errores, enfrentamos desafíos y luchamos nuestras propias batallas internas. Todos merecemos empatía y comprensión.
Sin embargo, cuando tengamos la oportunidad de educar y señalar las injusticias como personas metiéndose en la vida de los demás, debemos llamarles la atención y recordarles que no somos jueces ni ángeles, y que no somos santos. Podrán disfrazarse de cristianos, pero bien adentro de sus almas y corazones saben muy bien que no lo son.
Aprendamos a vivir y dejar vivir, a respetar las elecciones de los demás y a concentrarnos en nuestro propio viaje de crecimiento. Juntos, podemos crear un mundo más tolerante y lleno de empatía.
Nota del autor: Este blog ha sido escrito en carácter personal por el ministro y celebrante de la Iglesia de la Vida Universal, Erick Carrion. Las opiniones y reflexiones expresadas en este artículo son las del autor.
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